Reto Juevero - Convocatoria "Terror en el supermercado"

 ¡Hola a tod@s, amig@s jueve@s!

Para esta alocada y sangrienta convocatoria que os hemos propuesto para esta semana, nuestra compañera MARIA DE LA O también ha querido participar con el siguiente relato.

Pero mira que llegan a pasar cosas en los "ultramarinos"... ¿verdad?

" TERROR EN EL SUPERMERCADO"

En mi barrio, como en otros tantos, los bancos fueron cerrando puertas dejando grandes locales, algunos habituados y otros por restaurar. Como antes en cada manzana había uno ahora su lugar lo ocupan supermercados. Crecen como setas. Bien porque hay donde elegir y mal porque hay productos que no los tienen en todos, hay que comprar una cosa de este, otra cosa de aquel...

El que está justo al lado de mi casa es de dueños paquistanís, muy amables y con un trato exquisito hacia el cliente, pero el idioma no lo dominan del todo bien. De castellano muy poco y de catalán pues menos. A la señora Eulalia, viuda hace poquito, le viene de perlas su hija, una jovencita de quince años, porque siempre la acompaña a hacer la compra, más que nada, para poder hacer de intérprete con el tendero.

A Paquito, un mozo del quinto y aficionado al ciclismo, también le ha venido bien el super, porque antes de hacer su carrera diaria compra bebidas isotónicas para llevar, y no digamos a Eusebio, el del cuarto primera, un señor jubilado aficionado a la caza. Dos días a la semana carga su mochila con las viandas para ir al monte, viendo como las perdices y los conejos se pasean delante de sus ojos.

En verdad y debido a un defecto en su vista ya no puede cazar, o sea que de armas “na de na”, aunque se echa al hombro una antigua escopeta de museo para sentir el pasado a sus espaldas.

Mira tú por donde han coincidido todos ellos en el super, inaugurado hace una semana. Son las diez de la mañana y ninguno de los clientes se percata del fuerte olor a gas que desprendía una de las neveras, con el aire acondicionado se camuflaba la peste. Pero la jovencita es la primera en percatarse y, mareada, intenta salir y arrastrar a su madre, pero no logra llegar a la salida. Se desmaya y al caer al suelo, con tan mala fortuna, se golpea en la cabeza abriéndose una buena brecha. Su madre entra en pánico al ver a su hija en un charco de sangre y no le da tiempo a llegar donde está ella, su débil corazón no soporta la escena y en ese mismo momento dice basta.

Los demás, como estaban más al interior del establecimiento eligiendo sus viandas, no se percatan de lo ocurrido. El ciclista nota un leve olor y antes de poder avisar al tendero se acerca a la nevera y justo al tocarla, se enrampa y una fuerte corriente lo electrocuta al instante. Esto provoca que salten los plomos y se va la luz en el local. El tendero en voz alta le dice al cazador que irá un momento a revisar lo ocurrido y el cazador le ofrece su mechero para poder ver algo en la oscuridad. Al encenderlo y entrar en contacto con el gas imperceptible en el aire se enciende provocando una gran llamarada que chamusca al pobre cazador, dejándolo tendido en el suelo con quemaduras mortales.

El tendero vuelve a quedarse a oscuras aterrado por los acontecimientos, ya que en un momento ha podido ver a sus cuatro clientes tendidos por el suelo. Horrorizado por aquella desagradable escena, intenta huir hacia la puerta de salida, pero al tropezar con el cuerpo sin vida del cazador, cae sobre su escopeta con tan mala fortuna que se dispara hiriéndole en el muslo.

El tendero, desangrándose por momentos, se dirige a rastras como puede hacía el mostrador. Viendo su final cerca y agarrándose a la caja registradora piensa: “hoy tampoco cuadro la caja”.

María de la O

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