Como respuesta al ejercicio de nuestro compañero Gabiliante titulado “Otra vuelta de Tuerca” que publicamos hace un par de semanas, nuestra compañera María de la O, decidió seguir el relato con su propia versión de los hechos.
La misma escena, pero con otro desarrollo y resultado. Aquí os la compartimos a ver que os parece. ¡Una vuelta de tuerca de “Otra vuelta de tuerca”!
"OTRA VUELTA DE TUERCA II"
Foto: Maria de la O
Una señorita muy atractiva llama mi atención, me mira, la miro... el cabizbajo ahora soy yo ...pero ¿porqué? porque tiene los ojos negros como el azabache (bueno... yo no sé lo que es el azabache, pero se dice así ¿no?...), los labios rojos, como la grana (eso sí que sé lo que es), aunque no sé si se dice granada o granate bueno, a lo que voy. La chica me hace ponerme nervioso, ¡con lo tranquilo que iba yo!
No puedo llegar al sitio para ver el enganche y eso me preocupa... pero ya no tanto como antes. La chica se da cuenta de mi azoramiento y me guiña un ojo.
¡Caramba!...¿es a mí?... giro la cabeza al lado izquierdo y luego al derecho y, para ser sincero, el personal de ambos sitios no merece mucho la pena.
Mi ego empieza a subir... la verdad es que no estoy nada mal o sea que el guiño es para mi.
Me fijo en sus pantalones blancos, marcando su silueta, la blusa negra con botones blancos, siete, los cuento de un vistazo, percibo hasta su perfume.
¡La virgen, que giro ha dado mi curiosidad!
Las estaciones, mientras tanto, van pasando y yo ya no sé dónde me tenía que apear ¡esigual, luego daré la vuelta!
¿Por qué me ha abandonado la curiosidad que al principio me movía de un lado a otro del vagón?
Ya no me importa si el vidrio era “inorgánico”, ¿y a mi qué?
Voy divagando y pensando que he “ligao”. Compruebo por un momento el documento con la dirección a la que me dirijo. Quince segundos tardo en ello, levanto la vista y ¡zas! Ya no está la chica.
Me abro paso entre la gente y me bajo en la siguiente parada. Mis ojos recorren el andén de punta a punta y nada.
En cuestión de segundos el metro se adentra en el túnel. ¡Vaya!... ya me he quedado sin saber cómo era el enganche de la otra punta del vagón. Me giro malhumorado y...¡KATACRACCC!...¡BUUMM!... una tremenda explosión se oye de fondo.
-”¡Es el metro!, ¡es el metro!”- grita despavorida la gente. Yo, aún sordo por el tremendo sonido, corro a ver qué había pasado.
El vagón ha descarrilado...en medio de las vías el perno, las tuercas, todo se fue a hacer puñetas. ¡ya decía yo!
Pero... y la morenaza que me guiño un ojo... ¿estaría dentro?
María de la O
pero este tío es un poco creído, y no veas si es egoista. Abandona la investigacióncion que podía haber salvado el tren, porque a una chica le cayó una mota de polvo en el ojo.
ResponEliminavaya elemento. Como para ir en metro con él...
besoss amiga de la O
Es que las hormonas nos pierden! Al final gobiernan nuestra mente! Ja, ja! Muchas veces acabamos tomando decisiones haciendo caso a nuestros impulsos e intuiciones, a veces no le damos muchas vueltas! Y en ocasiones nos funciona! Un abrazote!
ResponEliminaSea por lo que sea, la decisión, impulsiva o no, le ha salvado la vida. Y quien sabe... Aún hay esperanza de que la morenaza se encuentre entre los que bajaron del tren a tiempo.
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