Esta semana, Neogéminis nos propone un reto original: elaborar un relato donde coloquemos a alguien fuera de contexto. Puede ser en formato libre (prosa o verso) e intentando no superar las 350 palabras,
ASI EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA
Nunca uno está preparado para su propia muerte. En el fondo, todo fue culpa mía. Absorto en los wasaps de mi móvil, no me fijé en el semáforo en rojo ni en el camión de Coca-Cola.
A partir de ahí, mis recuerdos se diluyen: ruidos, luces brillantes, ulular de sirenas, voces atropelladas y, por último, un largo “piiiiii” y la oscuridad.
Cuando desperté, no me lo podía creer: ¡Seguía vivo! Estaba en una cama de hospital. Las sábanas me cubrían gran parte del cuerpo, pero aparentemente este conservaba un perfecto estado. Pensé que era un milagro. Imaginé que tal vez salía de un coma profundo y que, los cirujanos plásticos de aquel centro eran verdaderos artistas. Pero, no podía recordar nada más.
Tras mi gran sorpresa inicial, me dispuse a llamar al personal médico. Supuse que al tocar el timbre de emergencias alguien aparecería. No. Nadie vino. Repetí sucesivas veces el proceso y todo fue en vano.
Cansado, me levanté y fui hacia el armario. Allí estaba mi ropa. Me vestí y salí de la habitación. Aparentemente a nadie le extrañó mi presencia por los pasillos, lo cual me dio carta blanca para escabullirme.
Una vez en la calle, me sentí un poco bobo. No sabía que hacer ni donde ir. Mi memoria seguía ausente. En un acto reflejo, rebusqué en los bolsillos de la americana. Encontré un papel arrugado que decía: Sancho de Ávila - 2 de septiembre - Capilla cinco. Supuse que alguien cercano a mí había fallecido. De ahí la nota.
Me acerqué a un quiosco y miré la fecha en un diario: era 2 de septiembre.
Ignorándo todo, me encaminé al susodicho lugar. Quizás allí pudiera obtener respuestas.
Delante de la capilla cinco, vislumbré un gran gentío. El murmullo general era de un tono más bien alto. Me acerqué. Y, entonces, me quedé estupefacto al distinguir a mi esposa llorando desconsoladamente. A su lado, le acompañaban mis tres hijos. Mientras me dirigía a ella, empecé a reconocer a la mayor parte de los asistentes: amigos, parientes, compañeros de mi trabajo. Todos se lamentaban de aquella pérdida tan grande.
¿Qué hacía toda esa gente allí? ¿Quién era el fallecido?
Aunque ya sospechaba la cruda realidad, me adentré en el cuarto donde se encontraba el féretro. Mi sorpresa no fue ni mucho menos mayúscula. ¡Ahí estaba yo! Eso sí, se me veía muy bien.
Bluechance7
Que satisfacción poder colarse en los corrillos y averiguar quienes te critican para prepararles el recibimiento, y si hay posibilidades acelerarlo.
ResponEliminaEsa es la última desubicado posible.
Enhorabuena por el reenganche, hacía mucho que no publicabas.
Besazooo
Enterarse de que piensan los demás de ti puede ser bueno y malo a la vez pero, como tu bien dices, sirve para anticiparse en las posibles nuevas "bienvenidas" La venganza es un plato que se sirve frio.
EliminaGracias, Gabiliante.
Un abrazo
Olá!
ResponEliminaMuito intrigante e bem bolado o conto.
Uma visão póstuma com fundamentos no enredo, gostei de ler mais uma criatividade.
Tenha um setembro abençoado!
Abraços fraternos de Paz
Hola Roselia:
EliminaGracias por tus halagos. El intento era ese: provocar curiosidad. Los enredos con fantasmas pueden conseguir eso, a mi parecer.
Te devuevo ese abrazo tan cordial
Muchos quieren poder acudir a su funeral para ver quienes asisten y que dicen, parece que es posible. Abrazo
ResponEliminaA mi, eso siempre me ha producido gran atracción. ¿No te gustaría saber qué dicen quienes te velan?. Puede que parezca una insana curiosidad pero, a mas de uno le agradaria
EliminaUn fuerte abrazo
Estupendo relato. El propio protagonista fuera de contexto. Toda una experiencia asistir a tu propio duelo. Saludos!
ResponEliminaSin duda, una única y tremenda experiencia! Je, je! Un abrazo Lady_p!
EliminaCreo que de algún modo todos hemos fantaseado con poder asistir a nuestro propio funeral. Al menos yo sí, desde que vi ese capítulo en la serie de Tom Sawyer hace ya varias décadas.
ResponEliminaUn placer leerte de nuevo, Bluechance7.
Un abrazo.
P.D: me he llevado una alegría tremenda al ver en tu sidebar el banner que diseñé en su día para los Encuentros de los jueves.
Hola Rebeca!
EliminaSupongo que es una fantasía recurrente, y es que nos pierde la curiosidad como a los gatos! Je, je!
La serie de Tom Sawyer era genial! Que recuerdos!
Pues tu logo de los jueveros nos encantó y decidimos incluirlo en nuestro blog!
Un abrazo y gracias por leernos!
Hola, desde luego este personaje si estaba fuera de contexto y el sin saberlo.
ResponEliminaRealmente no creo que sea muy agradable verse en esa situación a mí no jjjj.
Un buen texto , con su dosis de morbo,en saber que haríamos en una situación semejante.
Un saludo, feliz fin de semana.
Hola Campirela:
EliminaMe alegra que te agradara. Yo, en el fondo, soy algo morbosa y me pierde la curiosidad. Puede que si quisiera ver mi propio entierro, aunque saliese malparada. Ya se sabe: la curiosidad mató al gato
Muy buen texto, sin dudas una situación bien fuera de contexto, pero bueno, situaciones no esperadas, aunque buscadas sin querer, la gente que camina mirando el celular y no presta atención...
ResponEliminaSaludos
PATRICIA F.
Gracias, Patricia:
EliminaEsas situaciones inesperadas pueden conducir a finales extravagantes pero dignos de ser narrados.
¿O no ?
Besos
Uff que historia más triste! Ese vagar sin saber lo que le pasó, qué angustia! Me encantó! Saludos
ResponEliminaHola Sindel!
EliminaHa de ser una situación muy triste aunque al mismo tiempo puede ser impactante y depende de como incluso sorprendente! Un abrazo!
Una revelación impactante, tal alarmante, la de no haber sobrevivido al accidente.
ResponEliminaAunque al personaje le satisface verse bien.
Saludos.
Hola Demiurgo!
EliminaSi es que de cualquier adversidad se sale, si uno se acaba viendo bien! Je, je! Un abrazo!
ya lo decia la canción, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Un abrazo
ResponEliminaHola Rodolfo,
EliminaSi, aunque no sé si la canción se refería a esta delicada situación precisamente! Un abrazo!
Genial! Me has hecho mantenerme en vilo hasta el final. No quisiera estar yo en el lugar del protagonista, pero como relato me ha encantado.
ResponEliminaGracias.
Hola Tracy,
EliminaHa de ser un mal trago, no apto para todos los públicos! Ja, ja! Me alegro que te haya gustado! Un abrazo!
Un relato muy bonito que engancha y con su moraleja: el móvil es peligroso. Pero la idea de asistir al propio entierro es genial, como una consulta al grupo whatsapp "velatorio de sacho" ¿qué comentarios habrá?
ResponEliminaUn saludo
Hola Luferura,
EliminaLo mejor sin duda ha de ser enterarse de viva voz de los comentarios que todo el mundo hace de uno, verdad? Se deben dar muchas sorpresas, algunas buenas y otras no tanto... Je, je! Un abrazo!
Un texto excelente, aunque imaginé que al final el susodicho sería él mismo, creaste la atmósfera con maestría. Hay gente que le gustaría poder ver si funeral, no sé si valdría la pena. Un abrazo
ResponEliminaHola Nuria,
EliminaSupongo que el lector lo ve venir antes que el propio protagonista, lo bueno es que no entró en pánico y lo llevó bien, pese a la gravedad de la situación! Un abrazo!
Hola muy buena la historia, quede atrapado ni bien comenzó, el final me causo gracia conformarse que se veía bien jaja! Se ve que el camión no lo golpeo mucho.
ResponEliminaSaludos
Hola!
EliminaSi, parece que aun dentro de tratarse de un aparatoso accidente, nuestro protagonista no salió del todo mal parado, algo de consciencia le quedó, aunque sea algo tarde para reaccionar! Sin duda esta sorpresa es todo un momentazo! Un abrazo!
Supongo que ese fue tu ultimo funeral.
ResponEliminaHola Gustab,
EliminaQuien sabe? Puede ser el último o quizá el primero de muchos, si se aficiona a vagar como un alma en pena por el de los demás! Je, je! Un abrazo!