dissabte, 20 de juliol del 2024

IRENE HEWITSON: Aventuras y desventuras de una diva acontecida - CAPITULO 3 - EL BAÑO



IRENE HEWITSON:
AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UNA DIVA ACONTECIDA


CAPITULO 3

Imagen: Pixabay


"EL BAÑO"

Tras varios años en la cumbre del éxito, siento decir que más debido a mis escándalos y titulares en la prensa, que no tanto por mis éxitos cinematográficos, ha llegado el momento de unas largas y merecidas vacaciones. En su momento mis películas recaudaron millones en taquilla, aunque sabemos que no siempre significa que sean productos de calidad ni que pasen a la historia del cine.

Aprovechando ese dulce momento, decidí tomarme un año sabático, descansar, disfrutar de mis ingresos, viajar y así dejar pasar un tiempo para que el público se olvidara por un tiempo de mí y de mis escándalos, la prensa parece disfrutar de mis desgracias mientras les saca un gran rédito.

Una de las cosas que me moría de ganas por hacer era reunirme con mis antiguas amigas del instituto, quedar con ellas en el barrio de mi infancia. Todas tenían sus vidas ajetreadas como buenas madres de familia, pero aceptaron encantadas la propuesta.

Decidí invitarlas en el mejor restaurante del centro comercial, que dicho de paso, era de una de las franquicias de mi productora, así que, si era vista allí por casualidad, quedaría muy bien con la multinacional, y quien sabe, aun conseguiría un jugoso contrato publicitario.

Aquel mismo día decidí ir a mi peluquera de confianza y hacerme un cambio de look radical, un buen corte de pelo. Así pasaría desapercibida, sanearía mi melena castigada y parecería más joven, eso siempre es importante siendo mujer en esta gran industria.

La reunión con mis amigas fue genial. Una velada llena de risas, anécdotas y muchos recuerdos de nuestra juventud, entre copa y copa nos dieron las tantas sin darnos cuenta. Ellas se fueron marchando a casa, de una en una encantadas de haber compartido aquella divertida velada y con ganas de repetirla de nuevo tan pronto fuera posible.

Yo me quedé la última y cuando el camarero me trajo la cuenta para sugerirme que era hora de cerrar el local, pagué satisfecha el banquete que les había regalado a mis amigas junto con una generosa propina para el joven y atractivo camarero, que la recogió encantado, y con una gran sonrisa mientras la guardaba en su bolsillo.

Al levantarme de la mesa me di cuenta enseguida de dos cosas: una que estaba algo mareada para conducir a aquellas horas y la otra, que tenía cierta urgencia en ir al baño. Como el restaurante ya estaba cerrando decidí ir a los aseos del centro comercial camino del parking.

Me eché agua fresca en la cara para espabilarme y me fui a vaciar el depósito lleno de la abundante bebida que había consumido aquella estupenda noche.

Lo que ocurrió a partir de ese momento está borroso en mi memoria. Al intentar colgar el bolso del pomo de la puerta, se enganchó una de las hebillas en las medias y me hizo una buena carrera. Al acomodar buena cantidad de papel higiénico en la taza del wáter, me senté para orinar y cuando acabé recogí todas mis cosas, pero no pude abrir la puerta, el pasador se debió quedar atascado.

Empecé a dar voces para pedir auxilio, pero por lo visto apuré tanto con la hora, que ya debían haber cerrado el centro comercial. Al parecer, ni los de la limpieza ni el de seguridad pasaron a hacer la última ronda antes de irse a casa.

Quizá fueron los nervios o la excesiva cena con la abundante bebida, que se me giró el estómago de pensar que tendría que pasar la noche allí hasta la mañana siguiente, porque no podía tampoco avisar a nadie, mi móvil estaba sin batería.

Fue cuando empecé con la mayor vomitera de mi vida, además el olor de orines de aquel concurrido baño público no ayudaban demasiado a frenarla. Cuando acabé con aquella fase, empecé con un gran sentimiento de impotencia y una llorera incontrolable que duró unas horas hasta que conseguí acomodarme como pude en aquel pequeño cubículo y por el cansancio me quedé finalmente dormida.

No hace falta que os diga que mi aspecto cuando me descubrieron al día siguiente, dejaba mucho que desear para lo que el gran público espera de una diva como yo: el maquillaje corrido de tanto llorar, un olor fuerte y desagradable mezcla de vomitado y orines, alguna uña rota intentando abrir la puerta y una buena carrera en mis caras medias.

Me descubrió la señora de la limpieza que, mientras intentaba asearme y darle explicaciones al mismo tiempo, me robó algunas fotos en el espejo cuando yo no miraba.



Podeis imaginar los titulares en la prensa al día siguiente, ilustradas con aquellas fotos robadas y los generosos comentarios del camarero del día anterior:

“Decadencia de una joven promesa”

La joven actriz, muy desmejorada estos últimos meses desde su última aparición en la gran pantalla, muestra marcados signos de algún desorden alimenticio, y su aspecto no da lugar a dudas, con evidentes pruebas de sus adicciones. Uno de los camareros que la sirvió la noche anterior nos confirma que durante la velada se la vio muy relajada, apenas probó bocado y en cambio consumió grandes cantidades de alcohol y quien sabe si también de drogas ya que se la veía extrañamente amable y generosa y se dirigió numerosas veces al baño...


Ya veis, parece ser que la “generosidad” en estos tiempos es una extraña y despreciable cualidad.

Marifelita



Si quieres saber más sobre las desventuras de esta diva tan acontecida, puedes seguir sus andanzas cada fin de semana AQUI.




5 comentaris:

  1. Esta empezando a dar penita esta diva. NO SÉ SI ESTA PARANOUCA o todos van a sacar leña del árbol caído. Ella es como es, pero el resto de personajes que salen en este relato, yo diría que la aventaja. Como nos gusta ver caer a los más altos.
    Besazooo amiga

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    1. Efectivamente amigo, nuestra diva es algo "especialita", pero es que el género humano es implacable, como tu dices siente debilidad por "hacer leña del árbol caído" y si aun no está caído también. Porque, que mala es la envidia, ja, ja! Un besote Gabi!

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  2. Habría que averiguar quien manipuló la puerta del baño para que quedara encerrada. Ahí veo una mano negra de algún paparazzi que quiere aprovecharse.

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    1. No sé si en este caso habría una mano negra como dices, pero lo que es la suerte si que la tiene negra! Je, je! Un abrazote Cris!

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  3. Tengo la sospecha que alguien le hizo alguna maldad con la traba de la puerta del baño.
    Yo sospecho de las amigas de su infancia.
    Y el lugar tenía baños en muy mal estado, por lo que cuenta Irene.
    Bien contado.

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