Hola blogueros!
Desde nuestro humilde rincón de la "Blogosfera" queremos despedir el año escribiendo y compatiendolo con todos vosotros.
Aprovechamos también para desearos a todos los que nos visitais un FELIZ AÑO 2026, lleno de actividades literarias, como el que hemos tenido nosotros y que compartamos muchas más lecturas y escrituras juntos.
Presentación de nuestro libro "Salvados"
en la Biblioteca "Jose Bretones"
Y de regalo os compartimos este último relato del año, de nuestra compañera Cristina García Carrera:
LA NAVIDAD MÁS TRISTE
No puedes quedarte en casa, la soledad te oprime, necesitas distraerte. Atrás quedaron las felices navidades de tu infancia. Tienes que aceptar tu nueva realidad, Jaime, el tiempo pasa y las personas se van.
Sales a patear las bulliciosas calles, está anocheciendo, hace frío, ese frío húmedo tan típico de esta ciudad. Caminas sin rumbo entre sones que llegan de todas partes. Aquí: “Gingle bell”, allá: “Campana sobre campana”, después el “Fum fum fum”. La música va acompañando tus recuerdos mientras esquivas una riada de turistas japoneses que apenas reparan en ti. Al final, no sabes como, has llegado hasta las Ramblas. La gente se para delante de la estatua de la Libertad... No, no estás en Nueva York... tampoco en París, esto es Barcelona y estás viendo una de las esculturas vivientes que flanquean la rambla, seres humanos disfrazados que se ganan la vida invocando la generosidad de los paseantes. Un niño le lanza unas monedas, inmediatamente el símbolo de la revolución cobra vida: Mueve la antorcha de izquierda a derecha, arquea las cejas y alza las comisuras de los labios en una sonrisa forzada, o eso te parece. Piensas en la persona que hay bajo la vestimenta, tampoco parece que esta sea su mejor Navidad.
Uno a uno, has ido perdiendo todos tus seres queridos. Primero fueron tus padres, de eso hace muchos años, pero aun te acuerdas. Después les siguieron tus hermanos. Incluso tu hermana pequeña, la pobre María, que vida más dura tuvo. Y hace poco, tu compañera de siempre, ella también te ha dejado solo.
Sigues andando solo, deslizándote entre gente que te mira sin verte. Todos tienen prisa por llegar a casa a la cena familiar, los niños ya están impacientes por hacer “cagar al tió”, esa costumbre tan catalana de pegar palos a un tronco para que “cague” golosinas y pequeñas chucherías, otros prefieren esperar los regalos de Papa Noel y algunos cantan villancicos de lejanos países. Todo es como un crisol de tradiciones diversas. Culturas de toda la Tierra que celebran esta festividad y se dan cita en estas “Rambles”. El paseo más bello del mundo, dicen algunos.
Vuelves a mirar por si ves la estatua de la Libertad... Se ha ido. Te quedas cavilando si tendrá alguien con quien compartir esta noche. De golpe, oyes una voz a tu espalda. Cuando te giras la ves aún con el ropaje pero sin maquillaje. Mientras te habla ves que su cara te recuerda a alguien.
—¡Tío! ¿Eres tío Jaime, verdad?
—Perdone... ¿Tú?
—Soy Pablo, tu sobrino. Siento mucho la muerte de mi tía. No pude ir a su entierro por las circunstancias que sabes. Pero me acuerdo mucho de ella.
—Pero, ¿no estabas...?
—En la cárcel, sí, tío. Aunque ya pasaron los diez años, he cumplido mi condena. Te aseguro que he aprendido la lección, estoy limpio.
—¿Ya no tomas...?
-No tío. Nada de drogas. Me costó, pero al final lo he conseguido.
Le miras a los ojos. El hijo de tu hermana, como la hizo sufrir...
—¿Sabes como murió tu madre? ¡Arruinada! La dejaste en la miseria por tu maldita adicción. No se merecía eso, no se lo merecía.
—Sí, tío, lo sé. Y estoy arrepentido, de verdad.
—¿Cuántas veces has dicho lo mismo?
—Muchas, lo sé. Entiendo que no me creas... Pero es cierto que hace años que no tomo mierda y ya no la noto a faltar. Ahora trabajo, pero no me refiero a esto de escultura viviente, esto no es más que un complemento para sacar unas pelas extra. Es que además estoy casado ¿Sabes? Nos conocimos por correspondencia, ella me enviaba cartas en la cárcel, nos enamoramos y cuando salí nos casamos. Estamos esperando un hijo con mucha ilusión. Tengo un trabajo de verdad en una institución que trata a drogadictos, como era yo antes. Mi experiencia les sirve a muchos para dejarlo.
Le escuchas y dudas. Es convincente, pero también lo fue en el pasado para recaer de nuevo una y otra vez, engañaba muy bien. Acabó estafando a toda la familia y a su pobre madre la dejó en la calle. Y ahora va a tener un hijo ¿Qué vida le espera a esa pobre criatura? Es tan inconsciente, lo ha sido siempre, sólo pensaba en él ¿Cómo se puede perdonar eso? No puedes perdonar.
Te vas, sigues andando. Le habías olvidado, casi le habías olvidado.
Te fijas en unos niños que pasan junto a un Santa Claus que está en la puerta de un comercio ofreciendo caramelos. Ves lo felices que son, sus padres también se les ve contentos. La Navidad es sobre todo para los niños, ellos dan sentido a esta fiesta. Recuerdas tu infancia, mientras erais niños la Navidad fue maravillosa, pero fuisteis creciendo y la ilusión se fue apagando. Hasta que tu hermana tuvo a su pequeñín. Pablito os devolvió la Navidad, él era quien reunía abuelos, padres y tíos, porque era como un rayo de luz en medio de un mundo de adultos. Por diferentes motivos, ninguno de los hermanos tuvisteis hijos, excepto María. Pablito, fue vuestro niño, el que os obligaba a jugar cuando estaba bien, el que os preocupaba cuando tenía fiebre, el que os hacía llorar de emoción cuando cantaba en las representaciones escolares.
¿Cuándo empezó a cambiar ese niño encantador en un joven insatisfecho de la vida? Nadie lo sabe, cuando os quisisteis dar cuenta ya estaba perdido.
¿Qué habría hecho tu compañera? ¿La que compartió tu hogar hasta hace pocos meses? Ella seguiría viendo ese niño que fue un día, además casado y esperando un hijo... Nunca les habría dejado solos en una noche como esta. Ella nunca le juzgó y siempre tuvo esperanza que os reconciliaríais.
Vuelves sobre tus pasos, el paseo está casi desierto, los últimos quioscos están cerrando, un par de barrenderos recogen presurosos sus bártulos. A lo lejos, ves varias esculturas vivientes que se están despojando de sus disfraces, pero Pablo ya no está entre ellos. Preguntas por él, algunos se encogen de hombros, un par de ellos dicen que le vieron tomando un taxi. Uno, que aún conserva las alas de ángel anunciador, te cuenta que le avisaron por el móvil que su esposa estaba dando a luz en esos momentos.
¿Qué has de hacer? ¿Desconfiar siempre? Irás a verles y a pedirles que te dejen formar parte de sus vidas. Las navidades volverán a ser alegres.
Maria Cristina García Carrera
Si quieres disfrutar de las poesías de nuestras compañeras de "EL VICI SOLITARI" puedes encontrarlas AQUI, en nuestro REFUGI POÈTIC.


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